viernes, 22 de julio de 2011
lunes, 4 de julio de 2011
La Mérida de la paz…. ¡¡¡Miente la autoridad!!!
David Sosa Solís es un ciudadano honesto y responsable. Es arquitecto por la Universidad Autónoma de Yucatán, con una maestría en urbanismo por la Universidad Politécnica de Cataluña, España. Miembro activo del Colegio de Arquitectos de Yucatán. Casado, con un hijo de un año.
David cree en México y adora a Yucatán. Jamás ha pertenecido a partido político alguno. Vive de y para su profesión. Es un fanático del urbanismo y participa intensamente en cuanto foro se abre para la discusión de las soluciones urbanísticas de la ciudad que le vio nacer. Acaba de ganar un premio en un concurso internacional de su materia.
Este 4 de julio por poco le cambia la vida para siempre. A él y a su familia. En la mañana temprano debía salir hacia el estado de Puebla para atender asuntos relativos a su profesión. Camino al aeropuerto se enteró que por causas de fuerza mayor, la cita principal que tenía en la Angelópolis se había cancelado. Regresó a su casa a desempacar su maletín. Sin agenda de trabajo para el resto del día decidió visitar a su madre, vecina de la Prolongación de Paseo Montejo y afectada por tanto por las obras de construcción de un paso a desnivel anunciadas por el Ayuntamiento meridense.
Estando ahí, con su esposa, quisieron ambos pasar a ver y a sumar su firma al listado de opositores a la obra en cuestión. Se estaban inscribiendo muchos en un padrón de vecinos que no quieren que se construya la vía. Y para allá se fueron caminando los cuantos metros que los separaban de la “Glorieta de la Paz’’ como algunos la han denominado recientemente.
Ya en el lugar, conversaban con los participantes en la manifestación opositora (habría un centenar de ellos) cuando vieron llegar al lugar a un auténtico regimiento de golpeadores armados con tubos de aluminio, caminando con paso acelerado en formación militar, hacia el lugar donde estaban reunidos. Habían bajado todos juntos de un vehículo como los de la policía que había quedado atrás a la altura de un conocido lavadero de automóviles cercano al lugar.
Cuando David los vio presintió lo que vendría y le dijo a su esposa: “¡Vámonos, esto se va a poner caliente! ¡Adelántate tú, yo te sigo, voy a avisarle a fulanito que ya nos vamos!”
Después de eso, me relata su mujer, todo pasó muy rápido. Después de avisar a su amigo, ya de retirada, observó como una mujer estaba siendo violentada por los recién llegados montoneros. David no se contuvo. Protestó e intervino. Joven al fin, fuerte y valiente. En cuanto quiso separar a uno de los agresores de la señora que estaba siendo “jalada por los pelos” y pateada por los envalentonados porros, sintió un golpe en las piernas por atrás que lo dobló, cayendo al piso.
A partir de ahí ya no supo de lo duro, sino sólo de lo tupido. Llegó otro agresor por delante y le reventó un tubo en la cara que le hizo perder el sentido. No supo más hasta que volvió a oír gritos de: “¡Lo van matar, lo van a matar!”. Lo estaban tundiendo. En ese punto otros asistentes comenzaron a jalarlo hacia afuera, diciéndole ¡¡vete, vete!! Salió como pudo.
Un tío, médico, le dio los primeros auxilios. Lo condujeron a la clínica donde le dijeron que tendrían que intervenirlo. Él, ya revivido seguramente por su propia histamina y alentado por su juventud y su ingenuidad, dijo, primero levantaré un acta en el ministerio público. Y hacia allá partieron él y su esposa. Cinco horas después, al terminar de declarar, se fueron al hospital donde lo intervinieron.
En el momento de escribir esta nota David permanece en la clínica con el pronóstico aun reservado. Su esposa está con él y su hijo, Marcelo, no sabe lo que le ha ocurrido a su papá. No puede saber todavía, está muy chico. La Alcaldesa de Mérida acaba de declarar a la prensa local y nacional, demostrando su enorme capacidad para mentir: “¡no hubo heridos!. Es un simple pleito de priistas contra panistas. Los priistas a favor de una obra pública, los panistas en contra de la misma. ¡Mandamos a la fuerza pública para que aplacara los ánimos!”
Los medios de comunicación han empezado a repetir la mentira una y mil veces…. para volverla verdad.
Y yo, que soy de otra generación y que me curtí en el México del 68, no puedo dejar de pensar: Caray, caray….. mi México a la vieja usanza. Sí, a la vieja usanza.
Levanto mi voz solidariamente, con indignación y profundo sentimiento de impotencia, por David y las otras víctimas de esta infamia.
¡Miserables, malditos miserables!
RMM
6 de julio, 2011