Recibí de José Luis Sierra Villarreal una convocatoria que por lo menos merece el calificativo de interesante. La presento aquí por los múltiples aspectos debatibles que ella entraña. Con ello quiero decir que es digna de debate, esto es, de discusión y de reflexión colectiva.
¿Balcanización? Calificarla así, de entrada, es caer en el juego de las etiquetas prontas. Calificar para descalificar. Sería tanto como destruir el debate antes siquiera de empezarlo. Creo que vale la pena el esfuerzo de empeñarnos en esa que para muchos resulta una funesta manía: la del pensar, actividad de la que los mexicanos huímos y rehuímos de manera alegre y consistente, antes de incurrir en el expediente fácil de destruir con adjetivos lo que de sustantivo se contiene en la propuesta.
De la porción más mesoamericana de la geografía mexicana se aportó al mundo la gramínea que nos identifica como nación: el maíz. De esa misma porción geográfica nacional surge un clamor que pudiera ser regionalista pero que en el fondo busca justicia, equidad y respeto. No entro hoy en materia ni anticipo el debate, simplemente digo que de la misma mazorca, del mismo elote, surge el MAÍZ y el MAIS. Discutamos.
Convocatoria para darle forma y fuerza al MOVIMIENTO AUTONOMISTA por la INTEGRIDAD del SUR (MAIS).
En el sur de México se encuentran, concentrados, los mayores niveles de pobreza y de marginación.
Mientras el sur produce la mayor parte de los energéticos que consume o exporta México, su población arrastra los mayores rezagos y enfrenta, cada año, amenazas de fenómenos naturales sin que se haga nada para prevenirlos o aminorarlos.
Durante la COLONIA, por casi 300 años, la población del sur estuvo sujeta a formas semi-esclavas de explotación, porque la fuerza de trabajo era la única riqueza que encontraron los españoles. La Independencia de México, lejos de representar progreso y libertad para los pueblos del sur, trajo nuevas formas de expoliación: el NEOCOLONIALISMO dio carta de legitimidad a la sobreexplotación de los recursos naturales y de la mano de obra de las distintas etnias indígenas.
Reducidos los recursos naturales por la depredación de las selvas, de los bosques, de los litorales, agotadas las formas de sobreexplotación de la mano de obra rural e indígena, desmantelada desde sus bases la "economía doméstica" de las comunidades indígenas, el centralismo y la exclusión han hecho del sur de México "reserva estratégica de energéticos" y proveedor de migrantes y de divisas por las remesas que éstos envían.
Cinco siglos de expoliación de recursos y de personas, doscientos años de acumular las consecuencias del falso federalismo, cien años en espera de la justicia social y de la equidad republicana, son suficientes años y penalidades de sobra para saber que el sur de México no dejará de ser pobre y atrasado si mantenemos el rumbo actual. No es problema de falta de disciplina de la población o de la sociedad, no es que no seamos COMPETITIVOS, no se trata de desviaciones de un modelo o de retrasos en la aplicación de sus recetas. Simple y sencillamente, ni el sur ni región alguna del país puede superar la pobreza o eliminar los rezagos por el camino excluyente, depredador por naturaleza, inequitativo, que se sigue en la actualidad.
¿Por qué una iniciativa, una propuesta AUTONOMISTA para el Sur de México?
El agotamiento del modelo PRESIDENCIALISTA y la profundización de las políticas neoliberales –autoritarias, elitistas, centralistas y excluyentes, por naturaleza- han propiciado la BALCANIZACIÓN de los poderes públicos, la entronización de una economía ESPECULATIVA fincada en la depredación de la naturaleza y de la sociedad. En México imperan y se privilegian la corrupción, el consumismo, la inequidad económica y la discriminación social, la degradación cultural.
Para las regiones socialmente rezagadas del país, si el atraso de años ya era gravoso, la ausencia de rumbo que se vive en el país, la carencia de un proyecto nacional, incluyente, equitativo, respetuoso, implica dosis mayores de marginación, de pobreza. Situación que ya no estamos dispuestos a soportar, al menos nó de manera pasiva y complaciente.
Si se quieren superar los rezagos sociales, si se quiere un desarrollo distinto, social y naturalmente sustentable, equitativo, incluyente, integral e integrador, tenemos que empezar por definir relaciones sociales distintas. Relaciones distintas al interior de nuestras sociedades; relaciones distintas con el TODO NACIONAL, con las otras NACIONES que integran a México. Empecemos por reconocer y aceptar nuestras diferencias; definamos nuestras necesidades como región, nuestras aspiraciones como NACIÓN y, entonces sí, construyamos EL proyecto nacional.
¿Qué implica la AUTONOMÍA REGIONAL? ¿Hasta dónde un proyecto AUTONÓMICO se opone a un proyecto NACIONAL?
El ser nacional en México se construyó a partir del prurito de la SOBERANÍA TERRITORIAL. Con el territorio y con su control nacional se impuso el concepto único de NACIONALIDAD, sinónimo de NACIÓN. Concepto que resultaba necesario y que fue suficiente en su momento, cuando la existencia del Estado Nación pasaba por el control territorial. Pero la madurez de la sociedad (o, mejor decir, de las sociedades mexicanas), la nueva integración del mundo, las relaciones que prevalecen en los ámbitos mundial y nacionales, suponen ahora pensar y analizar los objetivos y la conformación DE LA SOCIEDAD, desde la óptica de las diferencias y las identidades étnicas, geográficas, productivas, políticas, etc.
Cuando México se constituyó como NACIÓN INDEPENDIENTE y SOBERANA, el sur optó por su anexión, enfatizando en sus diferencias con la región CENTROAMERICANA, haciendo valer sus afinidades con las regiones y con los ciudadanos que integraron el nuevo país, México.
Doscientos años de vida independiente han dejado al sur en la parte trasera del tren del desarrollo. Somos el CABÚS en el tren nacional y no podemos dejar de serlo porque los carros que están delante nuestro ocupan y nos obstruyen la única. Son otras regiones las que, en nombre de la NACIÓN, deciden las prioridades nacionales. Por eso hay que cambiar de vía, preocuparnos en contar con locomotora propia, ser un tren en todo el sentido de la palabra para, entonces sí, establecer las condiciones de carga, los destinos y los precios, con quien queramos o tengamos que hacerlo.
La AUTONOMÍA del SUR consiste, en pocas palabras, en definir desde la región, nuestros objetivos y nuestras necesidades. Plantearnos los caminos que seguiremos, el ritmo y el rumbo de nuestro desarrollo. Y, cuando tengamos esto definido y claro, entonces sí, plantearle al país, a México, lo que necesitamos de él y lo que ofrecemos a la FEDERACIÓN. No podemos seguir buscando la superación de nuestros rezagos en función de lo que DECIDA la FEDERACIÓN, con base en lo que nos mande "el centro". Hay que plantearle al centro, al norte y al occidente del país, lo que requiere y lo que aporta el SUR, lo que necesitamos, lo que producimos, la manera como lo producimos, como lo transformamos, como lo repartimos.
AUTONOMÍA no es, no debe representar, ruptura, separación. Entraña equidad, exige correspondencia, supone complementación, implica intercambio respetuoso, representa suma, agregación, no imposición.
¿Por qué un MOVIMIENTO SOCIAL?
Porque el actual sistema de organización política y social basada en Partidos Políticos sólo ha sido capaz de reproducir el autoritarismo, la burocratización, el centralismo y la corrupción que caracterizaron al "partido madre", el PRI.
Porque está más que demostrado que los partidos políticos –al menos los que tenemos en México, en la actualidad- sólo se preocupan por el REPARTO DEL PODER y se ocupan en alcanzar y administrar privilegios y canonjías. No les interesan las causas de la sociedad ni los problemas de las personas y de las familias. Los partidos políticos y la clase política que nos gobierna se han demostrado incapaces para atender y responder al desarrollo de mediano y largo plazos, para construir los proyectos y las políticas públicas que reclama el país, que necesitan las distintas regiones, que son indispensables a la sociedad y a los ciudadanos.
Un movimiento social supone la suma de todos los contingentes sociales, de los organizados y de los independientes e individuales. Un movimiento social supone y respeta todas las iniciativas de organización que se ha dado la sociedad para fines específicos. Y recurre a esas formas básicas, primarias de organización, como soporte de la movilización social en torno a los objetivos autonomistas, en pro de un desarrollo distinto para el sur del país.
Analiza, critica, discute, divulga estas ideas. Se trata de ajustarlas, de enriquecerlas, de mejorarlas. Pero, sobre todo, se busca hacerlas realidad, convertirlas en fuerza motriz de un movimiento social auténticamente popular, democrático, crítico, verdaderamente transformador.
En próximos envíos te haré llegar ideas sobre los objetivos y elementos que pudieran conformar la plataforma política de este Movimiento Autonomista (ó AUTONÓMICO), el MAIS (pronúnciese sin acento en la "i").
Mérida, Yuc.; 13 mayo 2008.
Mmmm... Sin ánimo de molestar, me entra la sospecha de que con esto se están renovando apetitos de separación. ¿No es trasnochado el que a estas alturas ve ese girón de la patria como un ente NACIONAL separable? Yo pienso que lo que debe construirse deberá hacerse juntos y no cada quien tirando para su cada cual. Sé que la historia no ayuda en México a la política pero sí podemos hacer que la política sirva para transfromar la historia. Ah que yucatecos!
ResponderBorrarFederico García Llorente.
Saltillo Coah.
Y, después de esto, qué sigue?? Qué, ahí muere??
ResponderBorrar