Suenan las campanas para el presidente francés. Pero no las de la gloria política sino las del ring de boxeo anunciando que sigue perdiendo rounds en su pelea cotidiana por afianzarse en el poder.
Acaba de someterse a otro vapuleo después de que se le fue la lengua -otra vez- frente a un ciudadano -en medio de un baño de pueblo que andaba dándose en una feria ganadera- a quien intentó saludar de mano y que le dijo con pleno derecho : ¡No me toque. Me ensucia! A lo que Sarkozy, falto de entereza, respondió con alevosía: "¡Entonces lárgate, pobre pendejo!" Ahí está el video que ha recorrido los periódicos y los blogs del mundo, mostrando la bochornosa escena.
La relación del presidente galo con sus electores se encuentra en estado de desastre absoluto. Las últimas encuestas siguen mostrando una caída estrepitosa en las preferencias del público hacia su líder. Sólo un 38% de los franceses aprueba la gestión del presidente y un 58% francamente lo desaprueba. Es cierto que no es ésta la calificación más baja que ha obtenido un jefe de estado en Francia. Algunos de los antecesores de Sarkozy han recibido calificaciones más bajas en determinadas circunstancias. Lo grave aquí es la velocidad de la caída y a juzgar por las causas aparentes, el pronóstico que se anuncia.
No ha pasado siquiera un año de la elección y la frustración y el desencanto de los franceses es más que evidente. Y son varios los factores que contribuyen. En primer lugar la manifiesta incapacidad de Sarkozy para cumplir, hoy y en el mañana que puede avisorarse, con sus promesas de campaña. Dijo que sería el "presidente del poder adquisitivo" y les queda claro a sus electores que eso, ni es, ni será cierto. Él mismo ha afirmado recientemente que "las arcas están vacías", lo que sumado a la situación financiera internacional no deja para el futuro previsible mucho margen de maniobra y la gente lo sabe.
Está también su conducta personal. Tanto la que se refiere al ejercicio de su función como jefe de estado, que él ha querido desmitificar adoptando actitudes iconoclastas con relación a la imagen tradicional que los franceses tienen de su presidente (está viva la memoria de de Gaulle, de Mitterand y aún del mismo Chirac). Y bueno, pues no es con gratuidad con la que se entra al templo de la política a destruir la imagen de los santos.
Pero por otro lado y más irritante para muchos franceses quizás, está su frivolidad y la grosería, diríase, con que Sarkozy ha manejado su vida personal: su separación, su divorcio, su nuevo matrimonio y los desplantes, que parecen de una gran inmadurez, con que trata a la opinión pública durante cada uno de esos sainetes. Un presidente, por más "moderno" que se considere -y menos aún en Francia que en ese sentido es un país muy conservador- no puede airear su vida privada impúnemente, esto es, sin sujetarse a una degradación de su imagen pública.
Ha permeado también la actitud de soberbia y prepotencia con que maneja las relaciones con su "entourage" y eso indiscutiblemente ha contribuido a la pauta de restarle puntos en la opinión general. Pero yo creo que lo que impacta más a fondo y a la larga, es la ineptitud que está demostrando en el manejo de la cosa pública. Se perfila como un dirgente incapaz, que confunde el movimiento con la acción. Desde luego que se le ve como un hiperquinético redomado ya que no cesa de moverse, pero de ahí a concretar hechos positivos de gobierno hay un trecho enorme y él no acierta a dar ese brinco.
Las elecciones municipales en Francia están a la vista. No hay duda que ahí se reflejará la posición tan endeble que tiene Sarkozy, afectando negativamente a los candidatos de su partido. Ya se verá. Y nosotros seguiremos observando.
(Imagen del video que fue tomado con el teléfono celular por un periodista presente en la escena en que Sarkozy insulta a un ciudadano: "Casse toi alors pauvre con.." que en español de México equivaldría a "Entonces lárgate, pobre pendejo..")
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